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Thursday, October 05, 2006

Los Ángeles

Los Angeles Nuestra última parada en EEUU fue en Los Ángeles. Llegamos ya de noche, bastante tarde y bastante cansaetes. El hostal estaba bien, customizado al estilo Austin Power, en la zona del West Hollywood. El chico que nos atendió estaba empanaísimo, porque era muy tarde y estaba sobao. A punto estuvo de ponernos separados en distintas habitaciones, que huevón. Finalmente subimos y nos mostró la habitación (de 6 personas en total). Había un chico que ya estaba durmiendo y nos echó la bulla por tener la luz encendida. Ya apuntaba maneras… Al día siguiente nos levantamos con la calma y entre pitos y flautas salimos del hostel a las 13h. Un comentario sobre la cocina: las cucarachillas acampando a sus anchas por una estantería desordenada, llena de paquetes de cereales abiertos y alimentos varios. La neveras igual de mal, con todo mal colocao. La gente pasando de ponerle nombre a las bolsas, así q la comida se acumulaba sin más. Los Ángeles es muy grande. Indudablemente, has de tener coche. Para llegar a cualquier sitio carretera y manta, como se suele decir. Autopistas de seis carriles para cada sentido y tráfico a tot arreu. La primera visitilla fue a Beverly Hills y no, no encontramos el 90210. To know…Todo es como en las pelis, las casitas, los jardines, muchos árboles. Al lado está Rodeo Drive, esa zona comercial super pija llena de tiendas caras: Doce and Gabana, Tiffanys, etc. Donde iban a comprar Kelly y Donna. Y nosotros con esos pelos y con esas pintas. Jp no dejo escapar la oportunidad de entrar a varias de ellas y mirar el careto de las dependientas rollo: Hello, ya te estas yendo de aquí…Vimos a dos prendas que se encontraron por la calle y se gritaban: Oh my god! You are so nice!, your hair, your nails…..Que jeyondas. Aquí lo de las uñas está muy de moda, un montón de tiendas de Nails y todas las tías con las pezuñas pintadas… Siguiendo en esta onda estupenda, nos fuimos hacia la zona norte de Hollywood, cerca de donde está el famoso cartelito, para ver las casitas. Ya os podeis imaginar. Sintiendo un ligero resquemor en nuestros estómagos, nos dejamos aconsejar por la guía y decidimos ir al bar en el que se inspiró el creador de la serie y del que surgiría el Peach Pit. Un sitio típico: una barra en forma de u y alrededor los taburetes. Nos comimos una hamburguesa al lado de la versión californiana de Lauren Postigo. A pocos metros del bar nos topamos con una tienda la mar de entretenida, con todo lo indispensable para disfrutar a tope de un Hallowen cualquiera. Había de todo: pelucones, muñecos tamaño real de Fredy, del de la matanza de Texas, esqueletos, animaluchos de goma, extremidades descuartizadas, muy gore todo. La cagó la tienda esta. Al final compramos algunas cosillas…Cuando salimos de allí era la hora de cerrar pero nos acordamos de que debíamos hacer una visita obligada a la Amoeba de LA. Es una tienda de música en la que hay un sinfín de CDs, DVDs y vinilos de segunda mano tirados de precio. El tercer día fuimos Hollywood Boulevard, al paseo de la fama. En una calle larga llena de tiendecitas de recuerdos y souvenirs, muy normalita, sólo que en las baldosas estaban las estrellas con los nombres de los famosos. En general, todo está pasao de moda, será porque lo conocemos de las películas, así que nada es especialmente sorprendente. Es entretenido mirar tiendas raras y la gente, pero el resto resulta muy familiar. Para comer ese día, un vegetariano por favor. Lo de la comida es impresionante. Ya sabíamos lo del fast food pero vivirlo en tus carnes, y nunca mejor dicho, es asqueroso. Ese olor a fritangilla, de los Mc Donals, Jack in the box y demás. Y los supermercados es otro mundo. Todo se vende en cantidades industriales, que exageraos. Mejor no mirar las etiquetas de los productos. Algo presente frequentemente: corn syrup, soy oil y un montón de ecéteras (¿acaso la soja es tan buena como parece?). Las playas (Venice y Santa Mónica) son muy amplias y de arena suave. No había gente bañándose porque hacia algo de rasca y David Haselhoff estaba de vacaciones. Se notaba que ya no era época alta. Están los típicos muelles, esos en donde siempre se ahoga alguien y encuentran los cadáveres flotando. Nada de tías y tíos buenos jugando al beach voley…Algún que otro surferillo si que había. Este sitio esta muy mitificado. Y lo del muscle beach era cutre (ese pseudo gimnasio al aire libre y a pie de playa, donde van los cachitas). Justo al lado había una mujer sentada en un banco, ataviada con pelucón rubio, gafas de sol y chándal rojo, con un walkman cantando a grito pelao canciones de Madonna, quina dona!. En LA y en Sanfran hay un montón de homeless, es increíble. Y mucha gente grillada que habla sola por la calle y que se ríe a carcajada limpia, qué personajes! Las últimas horas en el hostal, antes de irnos al aeropuerto, al que casi no llegamos porque estábamos más perdios que un lápiz chico, fueron bastante animadas. El gruñón de la habitación estuvo todos los días quejándose, se ve que tenía un sueño muy liviano. Tras darnos la brasa con : Come on, come on, leave the room, switch the mobile, the light, etc, Lucía recién levantada a las 3 de la mañana le contestó finalmente algo así como “…you are sharing your room, you are not in a five star hostel so shut up, stop to fucking around…” Y se calló el tipo. Que fluidez, que manejo de la situación a aquellas horas de la madrugada…

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